
Las bajas temerarias, es un problema que afectan tanto a la contratación de los proyectos como de los servicios, pero en el caso de los servicios el daño que pueden generar es letal. No hay que olvidar que los servicios se diferencian, frente al modelo productivo en que no disponen de almacén, y los servicios se utilizan de forma simultánea a su generación. Y que el cambio en el suministrador de servicios es traumático, pues nos hace pasar por un intervalo problemático para la calidad del servicio.
De hecho, para evitar esta situación la norma “UNE-ISO 37500-2016 Directrices para la contratación externa” indica la necesidad de realizar el correspondiente caso de negocio para la gestión del servicio tanto si se va a proporcionar el servicio, mediante medios propios o ajenos.
Esto obliga a un esfuerzo importante a las empresas y administraciones a la hora de evaluar las diferentes ofertas. Y parece un buen criterio el tener en cuenta los costes totales de la decisión.
Pero este problema no es nuevo, como vamos a ver a continuación. Y lo vamos a analizar a la luz de una carta, que es la que dirige el Ingeniero Vauban al ministro de la Guerra de Luis XIV en 1683.
Sébastien Le Prestre, marques de Vauban (1 de mayo 1633 – 30 marzo 1707) era un ingeniero, arquitecto militar, urbanista, ingeniero hidráulico y ensayista francés. Fue mariscal de Francia en el reinado de LUIS XIV. Se le considera un antecedente fundamental, entre otros, en la profesión de ingeniero, previo a la formación reglada de los suministrada en establecimientos dedicados que tendrá lugar en el siglo siguiente y que hasta la fecha no existía.
En 1683, y en base a experiencias recientes (las obras de Brest y Belle Isle), decide dirigirse al ministro de la guerra mediante una carta, cuyo contenido se transcribe a continuación, (pido disculpas por los problemas de traducción), junto con la transcripción de la carta se da la respuesta del ministro de la Guerra, Louvois, que como se podrá comprobar es un ejemplo de pragmatismo.
En esta carta el Ingeniero Vauban pone en guardia al ministro frente a la adjudicación de proyectos a empresas que ofertaban bajas temerarias, así como a la actuación arbitraria de las administraciones públicas.
Reflexiona sobre la necesidad de analizar los costes totales de las obras, y mantener la visión de costes alineada con la duración de la obra.
De otro lado aboga por empresas honestas eficaces y eficientes.
Belle-lsle, el 17 de julio 1683
Al Señor de Louvois en su ministerio Paris
Monseñor
” … Hay algunos trabajos que en los últimos años no se han terminado y que no se acabarán, si creemos a los contratistas, y todo eso Monseñor, por la confusión que causan las frecuentes rebajas que se hacen en sus obras, ya que es cierto que todas esas rupturas de contratos, incumplimiento de palabras y renovaciones de las licitaciones solo sirve para atraer como contratistas a los desgraciados bribones e ignorantes que no saben dónde buscar, y para rechazar a todos aquellos que lo que y que son capaces de dirigir una empresa.
Yo digo más, y es que ellos retrasan y encarecen considerablemente las obras porque esas rebajas y economías tan buscadas son imaginarias y lo que un contratista que pierde hace lo mismo que un náufrago que se ahoga, agarrarse a todo lo que puede; y agarrase a todo, en el oficio de contratista, es no pagar a los suministradores que suministran los materiales, dar salarios bajos, tener peores obreros, utilizar malos materiales engañar sobre todas las cosas y siempre pedir misericordia contra esto y aquello, especialmente contra todos aquellos que están obligados a cumplir con su deber.
” y aún más, esos empresarios caen en el desorden de sus negocios antes de que las obras lleguen al 50%, estando obligados, por la seguridad de los fondos del Rey, a realizar ahorros, y ahorrar en este país y aplazarlas es equivalente, porque no se encuentran contratistas suficientemente atrevidos para trabajar a esta medida, sin embargo, esta es la peor de todas las formas de trabajar, aun suponiendo que todo se realiza con toda la lealtad y el compromiso posible; lo que hizo con toda la fidelidad posible y compromiso ¿Quién nos probará que las habilidades de los que hacen estos ahorros sean mayores que las de los empresarios? ¿Dónde lo aprendieron y cuál es su experiencia?
“Digo más: ¿quién nos garantizará que se llevarán con el mismo cuidado, ellos que no temen la pérdida ni esperan beneficios? Es necesario al menos reconocer que los motivos que son la causa de su aplicación están bien debajo de los de los empresarios que siempre están presionados por la esperanza de la ganancia y por el temor de la pérdida.
« Nada hay más contrario a la buena fe que las rebajas recibidas seis meses después de una adjudicación formuladas en todas las formas, es decir después de las garantías recibidas y las obras comenzadas; nada nos desacredita más que estas formas de actuar opuestas a la justicia y a la equidad; nada retrasa más en estas renovaciones perniciosas que las discusiones que los empresarios que entran tienen con los que salen, que disputaran acerca de toesas1 , herramientas y materiales; y no hay nada menos seguro, la mayoría de las veces, que las garantías que ha dado esta gente, visto que, por el registro que se realiza de sus bienes, encontrará una manera de hacer aparecer un recurso contra ellos.
En una palabra, todas las rebajas aplicadas sobre las obras de Brest y de Belle Isle hicieron bajar el precio sólo en apariencia; porque, en efecto, ellos las encarecieron tan bien que la obra de Brest costará diez mil escudos más que debería haber costado; la toesa cúbica de revestimiento2 de la ciudad, mucho más que costaron las baterías de Leon y de Cornouaille; cuanto más en la Belle-Isle, no es necesario disponer de una aclaración autorizada de sus empresarios para convencerse de esta verdad. Sigue siendo una mala economía tratar las obras anualmente porque todo empresario que trabaja en esos mercados debe contar, si tiene el sentido común, de recuperar sus equipos y sus trabajos en el mismo año, mientras gestionaba una obra que podía durar dos o tres años, debería de tener en cuenta su duración, de esta forma, ocurriría que las obras que cuestan 30 libras no costarían 27.
«…Y de ahí bastante, Monseñor, para hacerle ver Ia imperfección de esa conducta; abandónela pues y, en nombre de Dios, restablezca Ia buena fe; fije el precio de las obras y no escatiméis un salario honesto para el contratista; será siempre Ia solución más barata que podréis encontrar. No toméis la referencia anual, sino para las obras que lo sean, y en una palabra sea fiel a la ejecución de su parte como usted pretende que el empresario le sea a la suya.
Pero sobre todo no acepte a ningún empresario que no sea solvente e inteligente; este es el medio único de ser bien servido. De otro modo nunca veréis la finalización de las obras, que os costará un tercio o un cuarto más de su valor, le darán mil penas a usted y a todos los que intervengan; y a los que se agregarán en eso; y usted no será engañado. »
En cuanto a mí, Monseñor, quedo de todo corazón como vuestro muy humilde y muy obediente servidor.
VAUBAN
Respuesta de Louvois a Vauban el 6 de agosto de 1683
« Aparte sin debilidad a los malos empresarios, que deberán de ser lo suficientemente buenos para construir nuestros baluartes, nuestros cuarteles, nuestra manufacturas y nuestros edificios, no tenga relaciones más que con gente fiel y honorable y entre ellos, busque el más barato.«
Fuente; Francisco García Ahumada. IFMA España