
Sant Servan 1839.
Una tarde de invierno, Juana abrió la puerta de su hogar y de su corazón a una anciana ciega y paralítica que de repente se encontró sola y sin ayuda. Ella le cedió su propia cama.
A partir de entonces, la puerta de su corazón se quedó para siempre abierta para los pobres, los ancianos pobres. Algunas jóvenes se unieron a ella y la escogieron como superiora de su pequeña asociación, que se desarrollaba en una comunidad, se formaba así el embrión de la Congregación de las Hermanitas de los Pobres.
«Por nuestro voto de hospitalidad, prometemos a Dios consagrarnos al servicio de los Ancianos pobres, en espíritu de humilde servicio»
Esta congregación con la que colaboramos desde hace ya muchos años tiene como misión ofrecer a los ancianos pobres, sin distinción de raza, lengua o religión, un hogar. Sin ahorrar ni fatigas, ni penas, les sirven tanto de día como de noche, con prontitud, con amor. Los acompañan con dignidad y respeto hasta el fin de sus vidas.
Como deseaba su fundadora, ponen todos sus esfuerzos para que en sus casas reine un espíritu de familia.
En esta sagrada Orden, comparten gustosamente entre ellas la vela de los Ancianos moribundos, a fin de no dejarles nunca solos. Esta preparación de su alma al eterno encuentro, es la meta de su acción apostólica.
Adjuntamos la web site para mas informacion; https://www.hermanitasdelospobres.es/